Los gobiernos de México y Estados Unidos están delineando una ambiciosa operación de alcance mundial con el objetivo de desmantelar las principales estructuras criminales del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Esta organización delictiva, catalogada por las autoridades estadounidenses como el segundo cártel más grande de México, ha extendido su influencia a los cinco continentes habitables del planeta, representando una amenaza transnacional significativa.
De acuerdo con información difundida por el columnista Francisco Reséndiz, quien cita fuentes federales de alto nivel, la administración encabezada por Donald Trump y el gobierno de Claudia Sheinbaum estarían colaborando en la elaboración de un plan de acción que se implementaría simultáneamente en aproximadamente 40 países.
El objetivo primordial de esta iniciativa binacional es desarticular las redes operativas del CJNG a nivel global, lo que implicaría la detención de socios, operadores clave, proveedores de recursos y, en última instancia, la paralización de las actividades ilícitas del cártel.
Informes de la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos señalan que, si bien el Cártel Jalisco Nueva Generación no posee la capacidad de producción de fentanilo a la escala del Cártel de Sinaloa, ha logrado establecer una notable independencia operativa. Esta autonomía le permite llevar a cabo sus actividades sin una dependencia significativa de otros grupos criminales, excepto en lo referente al tránsito de drogas en puntos estratégicos.
La DEA advierte que, a pesar de no igualar la capacidad productiva de fentanilo del Cártel de Sinaloa, el CJNG ha inundado las calles estadounidenses con esta peligrosa sustancia, frecuentemente mezclada con otras drogas como heroína, cocaína y xilazina.
La organización criminal ha establecido sus propios vínculos con proveedores de precursores químicos en China para la fabricación de fentanilo y metanfetamina, y ejerce control sobre varios puertos marítimos clave para la importación de estos componentes. Además, el cártel gestiona una extensa red de rutas de contrabando hacia Estados Unidos y mantiene lucrativos centros de distribución en ciudades estadounidenses importantes como Atlanta, Georgia.
La agencia antidrogas estadounidense también destaca las tácticas corruptivas empleadas por el Cártel Jalisco Nueva Generación, que incluyen el soborno, la intimidación y la extorsión de funcionarios gubernamentales y privados en puertos. Estas acciones buscan garantizar la seguridad y la entrega de sus cargamentos de precursores químicos de metanfetamina provenientes de China, así como sus envíos de cocaína procedentes de Colombia, Perú y Bolivia.
En el contexto mexicano, la DEA identifica los puertos de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, Manzanillo, en Colima, y Matamoros, en Tamaulipas, como puntos neurálgicos para las operaciones marítimas del cártel. Estos puertos facilitan la entrada y salida de mercancías ilícitas, contribuyendo a la expansión y el mantenimiento de la red criminal a nivel internacional.
La planeada operación global entre México y Estados Unidos representa un esfuerzo coordinado sin precedentes para hacer frente a la creciente influencia transnacional del Cártel Jalisco Nueva Generación.
La colaboración entre ambas naciones busca asestar un golpe contundente a la estructura operativa y financiera de este poderoso grupo delictivo, que ha logrado establecer una presencia significativa en los cinco continentes habitables del mundo.